Ante intendentes de ciudades aledañas, funcionarios locales del área y representantes de Vialidad Nacional, la Secretaría de Turismo de la Nación presentó en Catamarca la Región Norte del Corredor Turístico de la Ruta 40.
El coordinador de este producto turístico en la Secretaría de Turismo de la Nación y coordinador de Turismo Rural, Federico Wyss, expuso la tarea realizada hasta el presente y los objetivos a futuro.
En diálogo con Mensajero, Wyss explicó: “Se inauguró el tramo pavimentado de Agua Clara-El Eje y se anunciaron las obras de asfaltado de El Eje-Las Cuevas. Además, se notificó el inicio de obras en el tramo Las Mojarras-Quilmes. Cuando esto se complete -está calculado en unos 18 meses-, todo el recorrido de la Ruta 40 que pasa por Catamarca estará totalmente asfaltado”.
Wyss también había hecho referencia a ciertos emprendimientos que se llevarían a cabo para contribuir al crecimiento de la marca Ruta 40. “Nuestro objetivo no era que se completara el asfaltado de manera inmediata sino que los actores locales por los que transita la Ruta 40 fueran parte del negocio turístico”, argumentó.
Además, enfatizó en que el proyecto va más allá de la pavimentación de una ruta. “Es una estrategia de desarrollo regional -afirmó- basada en la puesta en valor de un producto turístico, donde los privados pueden tener una inserción empresarial o comercial que no se limita sólo al servicio turístico”.

Arma de doble filo
Como contrapartida al optimismo expuesto por Wyss, la secretaria de Turismo de Catamarca, Catalina Krapp, prefirió tomar el asunto con pinzas. “Esto tiene dos lecturas. Por un lado en cuanto al progreso en la comunicación y la rapidez para cumplir un rol social, como por ejemplo traslados de enfermos o producción, me parece algo muy positivo. Pero, por otro lado, yo lo veo del punto de vista de la sustentabilidad. Creo que con la pavimentación de la Ruta 40 la gente va a pasar más rápido, no se va a detener en los lugares y es una manera más veloz de llegar al destino final -que podría ser la Puna-. Esto dejaría de lado pueblitos pequeños que están en todo el camino. Entonces, el asfalto es una bendición o una maldición según cómo uno lo mire”, enfatizó.
Krapp reconoció que es importante para el turismo y que, seguramente, fomentará otros emprendimientos, pero advirtió que “hay que tener la habilidad para que sirvan para retener a la gente”. “Lo importante es poder conciliar las dos visiones y que el resultado final sea lo más satisfactorio para la población. A mí me preocupa la sustentabilidad de los destinos y pienso que esto atenta contra ello”, afirmó.