La alta desocupación que se está produciendo fundamentalmente en los países europeos ha generado una notable disminución en los viajeros hacia los destinos de larga distancia, alcanzando niveles que comienzan a ser preocupantes para todo el mundo.
Por supuesto que el circuito en sentido contrario no es más alentador, pero a diferencia del viejo continente y Norteamérica, el desarrollo del turismo interno es muy escaso en nuestras regiones.
Si a ello le agregamos la poca información acerca de los futuros resultados financieros de las economías regionales, nos encontramos frente a una situación que sin dudas prolongará en el tiempo la merma de los tan esperados pasajeros de alto poder adquisitivo que supimos recibir hasta no hace mucho tiempo atrás.
Países como España, que alcanzan una desocupación superior al 12 por ciento en la actualidad y que supo ser bastión de los operadores receptivos vernáculos, a la hora de promocionar los atractivos escenarios argentinos, dejarán de ser importantes emisores de pasajeros para nuestro país, al menos por un tiempo.
El europeo en general revisará sus números antes de emprender un viaje que lo aleje de su casa y de aquellos posibles conflictos hogareños que tantas incertidumbres provocan y se volcará a destinos regionales que no signifiquen grandes desembolsos de dinero y facilidades para volver a casa en caso de ser necesario.
Lo mismo sucederá en el mundo entero, y países como Argentina deberán seducir a los pasajeros de países vecinos -de menor poder adquisitivo- para ocupar aquellas camas que se construyeron en épocas de bonanza en los que se pensaba que nunca llegaría este momento.
Ante este panorama, el mayor esfuerzo por encontrar nuevos negocios deberá ser de la actividad privada, revisando sus costos y ofreciendo productos sustentables para los nuevos tiempos que se vienen.

Manuel Sierra
msierra@mensajeroweb.com.ar