Al igual que sucedió antaño con nuestro país, el Departamento de Estado norteamericano volvió a difundir sus alertas de seguridad al ciudadano de primera clase norteño y nuevamente insistió en los riesgos que implica viajar a su país vecino, e importante socio comercial, por el “incremento reciente de la violencia” en México.
El anterior alerta lo habían dado en octubre del año pasado después de un enfrentamiento entre narcos en Ciudad Juárez.
No está solo en esta cruzada ya que organismos oficiales de Alemania, Italia y Francia también han emitido alertas entre su población acerca de los riesgos de viajar al país azteca.
No tardó en llegar la respuesta desde el gobierno mexicano quien minimizó dichas alertas al decir “que México ha estado entre los 10 principales destinos turísticos por muchos años y continúa siendo el destino número uno para los estadounidenses que viajan al exterior”.
Será que tal como contaba Esopo en su fábula el pastorcito gritó tantas veces sin ser cierto que lo atacaba el lobo que cuando finalmente se dio esa situación nadie creyó en su palabra?
Habrán perdido credibilidad las superpotencias? o los turistas serán tan estúpidos que viajan arriesgando su vida y la de sus familias desoyendo a sus propios gobiernos?
Ese mirar fronteras afuera para encontrar ropa sucia es una modalidad muy utilizada en el mundo globalizado para desalentar la fuga de divisas hacia aquellos países identificados como menos amigos”, y llama la atención que ahora le haya tocado el turno a México, país que no escapa a la media latinoamericana.
Los países “del primer mundo” deberían hacer un serio análisis sobre el grado de inseguridad que ofrecen fronteras adentro antes de “asesorar” a sus ciudadanos, ya que en su cotidianeidad también existen robos y ataques terroristas mucho más peligrosos que los que se pueden encontrar en México o Buenos Aires. 
O es que locos, asesinos y ladrones son sólo un mal latinoamericano?
Es más fácil mirar la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio, pero estos gritos de alerta suenan a malintencionados y con segundas intenciones, pero terminan siendo tan poco efectivos como los falsos ataques del lobo al pastor de Esopo y dejando a los turistas tan confundidos como desinformados.

Manuel Sierra
msierra@mensajeroweb.com.ar