Cuando  Francisco “Paco” Mayorga inició su gestión al frente de la Secretaría de Turismo de la Nación dio comienzo a un período en el cual los entes turísticos oficiales pasaron a ser buenos trampolines para candidatearse a otros puestos políticos.
Sucedió así con Mayorga en época de Menem, más exactamente en su última candidatura, cuando se lo mencionaba como posible Jefe de Gobierno.
Sucedió también con Hernán Lombardi después de su paso por el Ministerio de Cultura, Turismo y Deporte de la Nación del gobierno de De la Rúa, cuando se postuló como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Más cerca en el tiempo también lo vivimos con el que fuera Secretario de Turismo de la Nación, Daniel Scioli, quien pasó a ser vicepresidente de Néstor Kirchner y actualmente ocupa la gobernación de la provincia de Buenos Aires.
Tampoco debemos olvidar que durante la gestión de Néstor Kirchner se mencionó al actual secretario de Turismo de la Nación, Enrique Meyer, como candidato a Diputado nacional.
Ahora vuelve a suceder con Lombardi, que de figurar en las listas para las próximas elecciones legislativas de octubre de este año, seguramente será elegido.
La historia se repite, en esta oportunidad desde el Ministerio de Cultura y Ente de Turismo de la ciudad autónoma de Buenos Aires, que vuelve a convertirse en trampolín para otra posición política.
Esta situación marca una continuidad ya que desde Mayorga, exceptuando a Germán Pérez, quien estuvo en esa cartera por poco tiempo, todos los titulares del turismo fueron mencionados como candidatos a cargos electivos no solamente a nivel nacional sino también provincial.
A pesar de que la SECTUR no ha logrado tener la relevancia política, o mediática, de otras carteras, los titulares de turismo, independientemente del alto o bajo perfil de quienes ocupen dicho sillón, siempre han sido buenos candidatos a los ojos del electorado porque turismo no suele generar conflictos ante la opinión pública. Las secretarías de turismo nacionales o provinciales son formadoras de buenas noticias que se traducen en beneficios económicos para la opinión pública. Tan es así que en muchos casos hasta han sido elementos de distracción positiva ante importantes situaciones de crisis.
En el año 2002, por ejemplo, cuando el turismo se incorpora definitivamente al desarrollo económico del país lo hace desde el lugar de actividad salvadora de las economías regionales, pasando a ser más importante que las actividades tradicionales como las agroganaderas o la industria.
En ese momento el horizonte de esperanza se veía a través de los pasajeros que arribarían al país sin importar la devaluación asimétrica o el default. Esa vidriera que nadie quería perderse fue la que permitió que Daniel Scioli fuera elegido como candidato a vicepresidente por el Frente para la Victoria.
Esa situación se ha repetido en los centros turísticos más importantes del país han sido muy pocos los que lograron sortear con éxito la tentación de alcanzar un cargo político de mayor envergadura.
No decimos si está bien o está mal, simplemente observamos la evolución política de muchos candidatos que fueron catapultados por la industria turística.

Manuel Sierra
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