Demasiadas veces hemos hablado acerca de cómo sustentar el caudal de pasajeros internacionales que llega a nuestro país año a año.
Demasiadas veces dijimos que la diferencia cambiaria producida por la devaluación asimétrica generada por el corto gobierno de Alberto Rodríguez Saa era solamente una situación coyuntural que nada tenía que ver con el negocio del turismo en serio.
Y demasiadas veces también, dijimos cuán importante era profesionalizar el servicio para fidelizar viajeros y por qué no, también a los amigos de nuestros turistas.
Hoy la situación económica del mundo, pondrá a prueba si hemos aprendido algo en estos tiempos de bonanza cambiaria o si solamente habremos dejado pasar otra oportunidad en nuestro difícil caminar como país turístico.
Las economías de los dos mercados emisores de turistas más importantes para Argentina, después de Brasil, han entrado en una crisis financiera que afectara directamente al negocio turístico vernáculo.
Tanto Estados Unidos como España se encuentran hoy en una divergencia económica que coloca a sus pueblos en una situación difícil y desconocida para ellos, y con un temor que los inmoviliza ante una adversidad también desconocida .
La retracción económica que han comenzado a padecer norteamericanos y españoles, es muy similar a la vivida por los argentinos a fines de 2001, y durante casi todo 2002.
Se cancelaron las líneas de crédito, se perdieron empleos, nadie sabe como salvar la situación -que en muchos casos es el propio lugar que habita cotidianamente-, y simplemente comienzan a dejar de lado todo gasto superfluo con el fin de asegurar su supervivencia.
El turismo, mas allá de la necesidad de viajar para conocer otras culturas o visitar familiares, es un elemento prescindible en la vida del ser humano, y mucho más si se pretende una supervivencia digna.
Tanto el gran país del norte como la madre patria están este momento en una situación de la que tardaran un tiempo en recuperarse, y eso significa menos pasajeros en el corto y mediano plazo.
Mucho del desarrollo empresarial turístico de nuestro país estuvo pensado en la sustentabilidad que le daban los dólares, o euros, del pasajero internacional, rechazando muchas veces al pasajero vernáculo.
La nueva situación pone un alerta en la ruta de los negocios y obliga a repensar el perfil del pasajero que pretendemos alcanzar, como empresarios, y como país.
Y como tantas veces dijimos, pensemos en una industria turística de largo plazo, donde el pasajero vuelva porque vivió una buena experiencia y no porque somos un país barato. 

Manuel Sierra
msierra@mens