La intrusión de la tecnología en el escenario turístico generó sensaciones encontradas desde el comienzo.
Para muchos expertos en futurología la llegada de internet era una invitación a los agentes de viajes para que desaparecieran de la escena haciendo mutis por el foro. Para otros significó la posibilidad de alcanzar nuevos mercados aunque no sabían muy bien de qué manera.
Si a esto le sumamos que para esa época las líneas aéreas decidieron unilateralmente la reducción de las comisiones, el futuro se presentaba difícil y con pocas perspectivas de mejoramiento.
Lo cierto es que la profecía expresaba claramente que los agentes de viajes desaparecerían con el correr de los años y que la venta de servicios turísticos se canalizaría sólo por los sitios web de las grandes cadenas hoteleras, de las líneas aéreas o de megaempresas turísticas que se apropiarían de todos los pasajeros.
Los años han pasado y los agentes de viajes no sólo siguen vivitos y coleando como entonces, sino que además conservan las mismas incertidumbres acerca de su futuro.
Y como tantas veces hemos pregonado desde estas páginas, si es tiempo de crisis también es tiempo de oportunidades.
La reinvención de los agentes de viajes es permanente y ya no pasa sólo por identificar qué producto vender, sino por cómo hacerle frente al desafío de volver a ser los protagonistas principales de esta historia.
Para ello deben revalorizar su condición como referente excluyente del pasajero -verdadera razón de ser del negocio turístico que la tecnología no les ha podido quitar-, y cambiar su actitud individualista por una más corporativista, donde la unión de muchos los hará más fuerte frente al poder de los más grandes.