Más de sesenta mil casos confirmados en todo el mundo comienzan a transformarse en un serio problema para la industria turística.
Si bien tanto la Organización Mundial de la Salud, como la Organización Mundial de Turismo, recomiendan no modificar los hábitos adquiridos en materia de viajes y turismo dentro y fuera de los países, la actitud de los potenciales turistas muestra otra tendencia.
La caída de reservas en el mundo comienza a ser elevada, y en nuestro país la amenaza de que se decrete el temido Alerta Sanitario, está haciendo mella en todos los destinos turísticos vernáculos.
Sin embargo, no tenemos noticias de más allá de las fronteras donde se viva la situación con el mismo nivel de dramatización que se vive en nuestro país.
México actuó con rapidez y responsabilidad, y no permitió que la población sufriera las consecuencias de la desinformación asumiendo que sólo el Ministerio de Salud informara a los medios de comunicación.
La irresponsabilidad que se observa en los comentarios periodísticos autóctonos sorprende y aumenta el temor en propios y extranjeros.
A medida que nos acercábamos al 28 de junio hemos visto, escuchado y leído demasiados casos de Influenza A sin ningún tipo de sustento científico.
Pareciera ser que magnificar el cuadro de epidemia era, o es, un buen negocio con réditos políticos muy importantes, porque desde cualquier espacio político opositor se vocifera la endeblez del sistema sanitario con muy poca base probada.
También es cierto que del lado de la Administración K no se presentan las cosas con claridad y dejan serios espacios grises para fomentar la sospecha de que no todo lo que dicen es tan así, y esto también genera incertidumbre y desconfianza.
La suma de estas circunstancias da por resultado un cuadro de desinformación que invita a caer en la desesperación y el miedo.
Una sociedad responsable debería entender la necesidad de ser cauto en estas circunstancias y acompañar el proceso con inteligencia y responsabilidad.
Hoy la especulación política -de un lado y del otro- está dañándonos a todos más que el virus AH1N1, y la industria turística es la primera afectada.

 Manuel Sierra
msierra@mensajeroweb.com.ar