Los beneficios que han logrado los trabajadores a través de sus luchas de derechos, han derivado intrínsicamente en el desarrollo del turismo. Logrado esto, el objetivo actual debería ser el aporte para la sustentabilidad de la actividad.

A través de un informe enviado a este medio, el ex secretario de Turismo de Santa Fe, Sebastián Daniel Nardone, realizó un análisis acerca de la importancia de las conquistas sociales en el desarrollo de la actividad turística.
Hace sólo 123 años los trabajadores luchaban por una jornada laboral de ocho horas contra el trabajo a destajo de sol a sol, ese motivo tenía la huelga del 1º de mayo de 1886 en Chicago, que desencadenó los hechos trágicos cuya conmemoración se rescata en el día del trabajador.
Aún con situaciones de explotación que persisten en el mundo, aquella consigna ya ha sido reconocida como un derecho innegable y el 1º de mayo es hoy un día de recordación pero también de descanso y ocio, particularmente cuando, como en este 2009, forma parte de un fin de semana largo.

Conquistas
Según explica Nardone, desde la Revolución Industrial vivimos en una cultura donde la actividad económica virtuosa es la producción, la industria y sus resultados: los productos. Mientras, se mira -o miraba- a los servicios con cierto desdén o por lo menos sin darle la importancia debida. Trabajar es casi sinónimo de producir y si esto es virtuoso, resulta difícil la valoración social del ocio que, como dice Hegel, es una actividad realizada para descansar del trabajo.
Quizás por este motivo los análisis económicos hablan tan poco de los servicios, sector terciario de la economía que tiene el mayor efecto multiplicador y el que registra globalmente, desde hace años, el mayor crecimiento absoluto y relativo en la economía mundial.
Sin cadena de producción ni producto, sin valor agregado en procesos, sin stock o logística. Los servicios son sincrónicos, existen sólo cuando oferta y demanda se encuentran en el marco de infraestructura y RRHH adecuados. Son, por lo tanto, una actividad de alto riesgo, no se guardan ni se venden mañana, no se les cambia el envase ni se corrigen, son instantáneos, se agotan mientras se producen.
Sin embargo el cambio fundamental en la actividad se produce en el siglo XX, como lo afirma la propia Organización Mundial de Turismo, cuando las luchas de los trabajadores promovidas y conducidas fundamentalmente por el socialismo y el anarquismo concretan conquistas sociales trascendentes.
El tiempo libre (ver recuadro), y los beneficios sociales para miles de trabajadores en el mundo modificaron la historia del turismo. Basta pensar en los destinos argentinos, estudiar su historia, eclosión y desarrollo e imaginarlos hoy sin vacaciones obligatorias pagas, sin licencias laborales o sin feriados.
Así, simplemente, por la necesidad histórica de los hombres de tener vivienda, trabajar, divertirse, alimentarse o rendir culto a un dios, han surgido la mayoría de los más renombrados atractivos turísticos de la humanidad.

Turismo y desarrollo
Las sociedades modernas entienden al turismo como una eficaz herramienta de desarrollo.
La costumbre del mercado es ver al turismo sólo desde las necesidades del visitante (el cliente) y desde su actividad específica. El Estado entonces debe ser el responsable de garantizar un modelo socialmente sustentable, aportando en la conjunción público-privado una visión abarcativa de los intereses de toda la ciudad, del medio que la rodea y fundamentalmente de  los residentes: principales actores, consumidores y beneficiarios de la actividad.
Las empresas de servicios tienen sólo capacidades potenciales, su razón de ser: brindar  alojamiento y comida, transportar o vender un viaje no existen antes del cliente, el componente fundamental de los servicios es su valor agregado, son la antítesis de los commodities y de allí su importancia en el desarrollo económico.
Cuando los clientes son visitantes cada servicio turístico es para la región considerada el equivalente a una exportación ya que cuando un visitante consume no hay un mero intercambio comercial dentro de la comunidad, hay incorporación de dinero a la ciudad que no estaba en ese circuito hasta un momento antes.
El turismo es una exportación invisible con marca y certificación de origen: el destino. Cada turista es un nuevo difusor de nuestra cultura y de nuestros aciertos; pero también de nuestros errores.
Los servicios para el turista están más allá de las motivaciones y éstas se interceptan con toda la actividad humana y por ende con todas las áreas de un gobierno.
En el turismo hay responsabilidades del sector público y del privado como en gran parte de la actividad económica, pero en el turismo sustentable del que hablamos (no el de plástico) no existe posibilidad de crecimiento real si no hay una firme interacción público-privada sin mezquindades, con una agenda y un discurso común que nos represente sin mimetizarnos con realidades e intereses ajenos a nuestras necesidades.

El disfrute del ocio

Según explica Nardone, aparecido socialmente el tiempo libre, comienza una necesidad: su disfrute. Asumido esto como un derecho del residente de cada ciudad,  tener políticas de recreación, cultura, deportes, uso del espacio público y todo aquello que sume a estos fines, es una obligación del Estado moderno. Estas políticas son básicas para mejorar la calidad de vida, así, las ciudades son compartidas y disfrutadas por los residentes, mejorando la convivencia social y creando nuevas condiciones que las hace también atractivas para el visitante. Con este trabajo de adentro hacia fuera las ciudades empiezan a ser reconocidas, visitadas y disfrutadas por propios y extraños.