Luego de declaraciones en contrario de cuanto funcionario de turismo se cruzara con la prensa, la noticia se confirmo por boca del propio Jefe de Gobierno, Sergio Masa, veinticuatro horas después del primer rumor en los pasillos de Suipacha 1111.  
La medida fue tan repentina que no dejó margen de tiempo para evaluarla con detenimiento. Tampoco hubo tiempo para evitar que se sacaran conclusiones apresuradas.
A pesar de ello, rápidamente todos los dirigentes del sector se alinearon detrás de los dichos del Secretario de Turismo en favor de la nueva posición de la Sectur dentro del resucitado Ministerio de la Producción.
Lo curioso fue que en el salón Blanco de la Casa de Gobierno, sobraban dirigentes agropecuarios e industriales, mientras los turísticos pasaban absolutamente desapercibidos.
A simple vista el traspaso de la Secretaria de Turismo de la órbita presidencial a la del ministerio de la economista Débora Giorgi se parece bastante a un retroceso.
Si bien no ha perdido su estatus jerárquico y conservará la autarquía presupuestaria, su condición frente al gabinete presidencial es de menor jerarquía, por más que le otorguen nuevas atribuciones para la representación del país en el exterior.
Una mirada un poco más detenida plantea que por primera vez el trabajo del hombre del turismo es reconocido como una actividad que produce en el mismo nivel de importancia que el campo y la industria.
Sin dudas, esta visión del nuevo espacio que la presidenta Cristina Fernández le ha otorgado al turismo, genera en el sector un compromiso que el empresariado deberá asumir con creatividad y eficiencia.
En ese marco, los empresarios autóctonos deberán volver a la carga con el planteo de sus necesidades primarias y aprovechar la buena voluntad política de la presidenta con el secretario de Turismo para que se instrumenten todas las medidas necesarias que hagan del turismo una actividad económica sustentable en sí misma.
Mirando más detenidamente el nuevo escenario, la relación de la Sectur con la nueva ministro puede ser muy ventajosa en el corto plazo.
La medida podrá ser buena en tanto y en cuanto no cambien los personajes que le dan un marco de seguridad, respaldo y profesionalización al negocio turístico, y continúen desarrollándose políticas que ayuden a definir el negocio turístico y su importancia en el desarrollo de la economía del país.
Por el contrario, la incorporación a un ministerio posibilita que en futuras administraciones se le reste importancia económica y se relegue a la actividad por falta de voluntad política del gobernante de turno y el turismo vuelva a ser una actividad secundaria y sin futuro.

Manuel Sierra
msierra@mensajeroweb.com.ar