Semanas atrás reclamábamos desde esta tribuna la importancia de trasladar al interior del país diferentes eventos culturales y deportivos de envergadura, con el objeto de generar una nueva corriente de turistas hacia destinos no tradicionales fuera de los periodos vacacionales.
Así, proponíamos trasladar partidos de futbol internacionales a Rosario o Mendoza; de la misma manera que se podía sacar la final de la Copa Davis de Buenos Aires y llevarla a ciudades como Córdoba o Mar del Plata.
Los ejemplos sobran y cada uno de ellos tendrá su particular cantidad de adeptos, locales o extranjeros, que morirán por participar de aquellos hechos únicos e irrepetibles que se desarrollen a lo largo y a lo ancho de nuestro generoso país.
La pulseada por ser la ciudad anfitriona de la final de la Copa Davis nos pareció un acierto turístico, lo reconocemos, mas allá de las chicanas políticas que nunca faltan en estas ocasiones.
Mauricio Macri, Daniel Scioli o Juan Schiaretti, demostraron que un evento de estas características era realmente importante para quien lo llevara adelante.
Todos estaban dispuestos a invertir fondos públicos en la convocatoria aunque en los presupuestos ya no había caja de donde sacar dinero.
La visita de los emisarios de la Federación Internacional de Tenis visitando las sedes propuestas sirvió para que Mar del Plata fuera la elegida.
Nunca sabremos a ciencia cierta que le habrán prometido a Justine Albert, pero la imagen que se llevó a Londres fue la que le dio el galardón de triunfadora a la ciudad feliz.
Pero algo salió mal. Con intención, o sin ella, alguien olvidó mencionar que en el mismo momento que se celebrará la final de la Copa Davis, se van a realizar en Mar del Plata dos importantes congresos médicos, que ya tienen copadas las plazas de los más importantes hoteles de la ciudad.
Para que se entienda, no hay alojamiento disponible en ningún hotel de 4 y 5 estrellas durante todo el fin de semana de la Davis. Error u omisión?
El alojamiento de alta categoría más cercano al estadio -que seguramente solicitarán los más de 1.000 turistas extranjeros o los más de 5.000 turistas argentinos que quieran presenciar el evento-, donde se jugarán todas las fichas Del Potro, Nalbandian o Cañas, está a más de 100 kilómetros de la ciudad feliz.
Dicho esto, el papelón histórico y el pésimo negocio que hará la ciudad, asombra por donde se lo mire.
No se puede creer que un municipio que tanto ha trabajado para quitarle la estacionalidad al negocio turístico haya caído en una trampa política tan burda que seguramente le jugará en contra en un futuro cercano.
Sin dudas, muchos de los espectadores foráneos verán, en este acto irresponsable de la dirigencia política, una nueva viveza criolla, que lamentablemente legitimará todo lo malo que se pueda decir de nosotros.

Manuel Sierra
msierra@mens