La motivación que lleva a pensar una Argentina sustentable turísticamente, se enfrenta con la enorme necesidad de capacitar seriamente a funcionarios y empresarios en la materia.
Suponiendo la posibilidad de transformar cada rincón de nuestra rica geografía en un recurso turístico, nos topamos con la ignorancia en las formas de explotación y puesta en valor de los mismos.
La ausencia de conocimientos es el primer escollo a sortear en cualquier plan de marketing que se quiera poner en práctica en aquellos destinos que no cuentan con los favores del público masivo. No importa si es al norte o al sur, si es al este o al oeste. En este punto los extremos se tocan y confunden en estado de significativa igualdad.
Solo las fiestas patronales concitan la atención de intendentes municipales en términos de actividad turística, y en muchos casos son pensadas como un gasto necesario para sostener la candidatura en las próximas elecciones.
Si interpretamos, y repetimos hasta el cansancio, que el turismo es una actividad económica que genera riquezas, inserción laboral y actividad cultural, debemos darle a quienes llevan adelante la tarea de fomentar el turismo en cada municipio, las herramientas necesarias para su comprensión, primero, y más tarde para su capacitación.
Los sitios turísticos instalados en el mapa argentino deben ser el reflejo y el ejemplo que ayude a los destinos emergentes a formar su imagen, aprovechando la experiencia de aquellos organismos públicos y funcionarios que lograron mejores resultados.
Muchas veces el mal llamado interior del interior necesita de la transferencia de experiencia para nutrirse de ellas y crear la propia.
Hay un trabajo muy rico por hacer en ese sentido, ya que aún existen funcionarios que desconocen al turismo como actividad económica, y destinos que ignoran su propia factibilidad.
La alineación que se presenta hoy, entre la Secretaria de Turismo de la Nación y los gobernadores de provincias, es el escenario ideal para replicar entre los secretarios y ministros provinciales con los municipios, y en otros aquellos lugares donde se ha dado se han presentado casos con sorprendentes resultados positivos.
De esta manera, la cadena de valor se incrementa, permitiendo la inserción de capitales privados en el desarrollo de nuevos proyectos turísticos que acompañarán los objetivos del sector público.
Y una vez más, público y privado serán la única combinación posible para alcanzar un país turístico como el que todos imaginamos.   

Manuel Sierra
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