La propuesta efectuada por el líder del gobierno francés Nicolás Sarkozy –quien a partir de julio será el nuevo mandatario de la Unión Europea- desató una guerra dentro de la aparente unanimidad que caracteriza a los 27 europarlamentarios que integran el bloque. La propuesta de congelar el impuesto al valor agregado (IVA) sobre los carburantes a partir de un cierto precio del barril de petróleo fue elevada a la Comisión Europea por los jefes de Estado y de Gobierno, quienes exigen que “se estudie la viabilidad de medidas para suavizar las repercusiones de los rápidos aumentos de los precios del petróleo”.
Frente a esta propuesta, las voces en contra no tardaron en hacerse escuchar: el gobierno español no sería “en principio” partidario de eliminar o reducir el IVA para hacer frente a la crisis, según declaró el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. No obstante, España está abierta al debate en pos de soluciones concretas. Según el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, “la medida más eficaz sería que fuéramos capaces de reducir la demanda de petróleo”.
Por su parte, Sarkozy aseguró que “recaudar el 20 por ciento de IVA con un barril a 42 dólares y recaudar el mismo 20 por ciento con un barril a 139 dólares no es lo mismo”. Esta propuesta es apoyada por el gobierno austríaco, mientras que Alemania –encabezada por su canciller Angela Merkel- y Suecia, afirmaron que se oponen “a cualquier medida fiscal que adultere la demanda del mercado y retrase un ajuste a largo plazo”.
La Comisión Europea confirmó que estudiará el pedido de rebajas fiscales para el fomento de la eficacia energética y que “examinará la reglamentación restrictiva del sector minorista” para vigilar los mer